diumenge, 2 d’octubre del 2011

Mourinho: Como anillo al dedo

Señoras y señores, lo ha vuelto a hacer. Cuando todos creíamos -ingenuos, pero con cierto recelo en nuestra ingenuidad- que el nombrado mejor entrenador del año 2010 -según la FIFA- no sería capaz de caer más bajo aún de lo que ya había caído, nos ha demostrado que hay suelos que no tienen fondo, y que es alguien escandalosamente capaz de destruir cualquier límite moralmente establecido en el mundo del fútbol. El telón de su propio teatro se ha abierto para enseñarnos la verdadera esencia de una criatura repleta de complejos de inferioridad, aires de superioridad, traumas, envidias, frustración y rabia acumulada.

De una vez por todas, el Dios de la casa blanca se ha atrevido a poner el dedo en la llaga de todos los barcelonistas, convirtiéndose en el enemigo público número uno de la afición y quedando retratado como lo que realmente es, un pobre crío enrabietado por su fracaso. Su bochornoso momento de gloria -en la madrugada del miércoles pasado- nos va, aunque muchos no estén de acuerdo, como anillo al dedo para que todos y cada uno de los aficionados de este deporte abran por fin los ojos, y se den cuenta de que, como muy bien dijo Gerard Piqué: "Mourinho está destrozando el fútbol español". Y no sólo el español, sino el de todo el planeta.

Tan poca educación tiene esta pequeña criatura que, cuando tiene que dar la cara en las ruedas de prensa, no duda en apuntar el dedo hacia su ojo derecho, Aitor Karanka, posiblemente para que vaya cogiéndole la práctica a la nueva moda impuesta en la capital: darle la vuelta a la tortilla. Y es que Mou, como buen entrenador que es, tiene que enseñárselo todo a su súbdito más cercano.

Sin embargo, cabe destacar que el frustrado portugués no es más que el cabecilla de lo que parece una auténtica banda organizada contra el barcelonismo. Cada vez que se pasa de la raya, los medios de comunicación de medio país se encargan de lavarle el cerebro a las pobres personas sin personalidad, poniéndolas en contra de la realidad, de la verdad misma de los hechos. No es extraño, entonces, que mucha gente le defienda, le idolatre y le admire por su desvergüenza y su carácter desviado; la Central Lechera ya se ocupa cada día de infectar a sus súbditos con pequeñas dosis de un virus muy potente, pero a la vez impotente ante nuestro continuo triunfo deportivo. Se trata, parece, del propósito de esta banda perfectamente organizada; criar cuervos para que nos saquen los ojos.

Pero, ¿y quién está involucrado en todo esto? La respuesta es sencilla: todas las personas que consienten que esto pase y no hacen nada al respecto, desde los integrantes de la casa blanca hasta los árbitros -con una venda colocada misteriosamente en los ojos- y gente influyente de la FIFA y la Federación Española de Fútbol, que no mueven ni un dedo para sancionar a su niño mimado, sino que más bien parecen reirle las gracias, malcriándolo. Un dedo no hace mano, pero sí con sus hermanos, y de esta forma el pobre niño José -permítanme que le tutee- no aprende a comportarse.

Por lo visto, al igual que en las películas, en toda historia tiene que aparecer un antagonista para resaltar el valor de los valores -esa humildad y honradez que a muchos le faltan- así como el sabor de lo que se consigue con el trabajo bien hecho. ¿Por qué? Porque todo sabe mejor con Mourinho viviendo en el banquillo de al lado, y viendo cómo tan sólo se atreve a salir de él para señalarnos con el dedo y quejarse de una realidad -para él y para casi todo el madridismo- nada fácil de digerir, aunque en alguna ocasión se haya empeñado en negarlo.

Pero, queridos señores de sangre azulgrana, no caigan en el error de preocuparse lo más mínimo por este antagonista -y por su ejército de conspiradores- de limitada importancia. Mientras sus actos le ridiculizan, le desmontan y le definen ante el mundo, nosotros nos encontramos demasiado ocupados levantando copas.

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