diumenge, 2 d’octubre del 2011

Lo que la verdad esconde

CARLOS DOMÍNGUEZ-. A estas alturas, no es noticia ya que el "Caso Cesc" se ha convertido en el culebrón del verano, en el fichaje que muchos desean ver zanjado cuando encienden el televisor, a la espera de una noticia definitiva que les confirme sus más recónditas ilusiones. Y aunque parece que una fuerza invisible se empeña en evitar que el traspaso se cierre algún día, a la vista está que existe una verdad absoluta (que Cesc va a venir al Barça), y una pregunta que la acompaña como uña a la carne (¿a qué precio?). Justamente aquí es donde nos encontramos ante el eterno problema.

Mientras unos piden y los otros no dan, ha salido a la luz la hipótesis de que se pueda incluir a un jugador azulgrana para rebajar el coste de la operación (que sólo por los dolores de cabeza que causa ya empieza a salir cara). Se había hablado, principalmente, de la opción de ofrecer a Abidal (pieza importantísima para el engranaje del equipo); o bien a Maxwell, también como instrumento de reducción de precio.

Pero, amigos míos, tras ver los 30 millones de euros que el señor Florentino se ha gastado en Coentrao, y viendo los grandes desembolsos que los clubes llevan a cabo últimamente, a un servidor se le saltan las lágrimas de la risa al pensar que un jugador como Abidal pueda utilizarse para "rebajar el coste de la operación", cuando estamos hablando de uno de los mejores (sino el mejor) lateral izquierdo del mundo. Hablando alto y claro, si Coentrao vale 30 kilos y Varane 10, ¿cuánto vale Abidal? La respuesta es tan obvia que no hacen falta más argumentos, sino una reflexión.

El fichaje de Cesc mejorará una plantilla de por sí inmejorable, dinamizará aún más las posibles alineaciones del equipo y nos otorgará el probable relevo de Xavi, pero no se puede tirar la casa por la ventana y cometer errores irreparables por culpa de la impaciencia. Todos sabemos que el de Arenys volverá a casa tarde o temprano, ¿y qué más da si es en horas, días o semanas? Hay que mantener el pulso con sangre fría y no considerar al tiempo como enemigo.

No se precipiten, señores directivos. Aún queda mucho verano por delante, y en estas situaciones es necesario guardarse un poco de corazón para dejarle espacio a la razón.
Sólo así se puede ver lo que la verdad esconde...



Un artículo de Carlos Domínguez

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