dijous, 20 d’octubre del 2011

Messi, Iniesta y Xavi: Los Tres Mosqueteros

¿Qué distingue a los buenos equipos de los mejores? ¿Quiénes representan la más pura identidad culé? La respuesta a ambas preguntas queda reducida a tres simples nombres: Messi, Iniesta y Xavi. Y es que, señoras y señores, la gran diferencia entre el mejor equipo de la historia y los demás reside en el mero hecho de tener entre sus filas a tres balones de oro formados en la casa, que conocen a la perfección la esencia de un estilo de juego único y que no se conforman con lo que ya han conseguido, sino que siempre quieren más.

Puede que el creador y pionero del juego que caracteriza al actual Barça fuera Cruyff, pero lo cierto es que estos tres jugadores se han encargado de llevarlo a su máximo esplendor. Capaces de sortear jugadores rivales como conos en un entrenamiento, los tres mosqueteros se están asociando aún mejor que en temporadas anteriores, formando un engranaje perfecto de paredes al primer toque que, a su vez, echan abajo los muros defensivos mejor construidos. Se trata de un nivel de dominio del balón solamente al alcance de un selecto grupo de jugadores que, como el vino, mejoran año tras año.

Claros ejemplos de la gran conexión de los tres balones de oro durante lo que llevamos de temporada son los tres goles frente al Racing de Santander la semana pasada, o el de Iniesta durante la noche de ayer. Los pases, regates, aperturas a la banda, centros y remates se realizan a tal velocidad que a los interlocutores les cuesta trabajo acertar cuando dicen el nombre del jugador que posee el balón, y los rivales sólo pueden perseguir, sin rumbo y a la deriva, un esférico que aparece y desaparece como si de una ilusión se tratara. Buenos magos se necesitan para llevar a cabo tales trucos y malabarismos en espacios tan reducidos y con tacos y piernas por todas partes. Porque, como dijo ayer el mismo Guardiola: "Somos los más rápidos al mover el balón". Y a eso, como a casi todo lo otro, no les gana nadie.

No es más que un talento imparable que no tiene precio, aunque a muchos -como al señor Florentino- les encantaría comprarlo. Puede que sea injusto disponer de tres jugadores así en una misma plantilla, pero el sabio Mourinho sabe bien que "hay equipos que pueden, y otros que no". Sean conscientes, pues, de la suerte que tenemos de disponer de unos enanos tan gigantes; de unas personas que además son los mejores héroes posibles para los niños, ya que representan valores como una humildad, respeto, profesionalidad, superación y compromiso inexistentes en otro tipo de jugadores más bien ligados al egocentrismo.

¿Y quién es el artífice de todo este éxito? Sin duda, debemos enfocar nuestro agradecimiento a La Masía, una fábrica inextinguible de sueños que se hacen realidad, de jugadores que se convierten no sólo en cracks mundiales, sinó en auténticos símbolos del barcelonismo. Las rosas que florecen de la sangre culé de estos jugadores son sus obras de arte, jugadas casi exactas que los rivales que se encuentran en el terreno de juego saben que van a acabarse produciendo, pero no cuándo. Lo mejor, no obstante, es que el ADN de La Masía no para de engendrar nuevos genios, y que quizás, en un futuro, tres mosqueteros con la misma calidad pero distintos nombres sigan maravillando a nuestros hijos, y a los hijos de sus hijos.

La realidad, sin embargo, es que debemos seguir disfrutando de este presente que se nos ha regalado, y del mágico juego practicado por los mosqueteros. Pero prepárense, porque puede que el sábado se una a ellos un D'Artagnan casi recuperado de viejas heridas. Entonces ya sí que deberemos guardar silencio, apagar los móviles y disfrutar del espectáculo creado por un rombo de ensueño.

Porque en este humilde y gran equipo que alabamos con orgullo, son todos para uno, y uno para todos.

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